Comparten la pasión por su trabajo, el entusiasmo, la fuerza y
especialmente el sueño de volver a
España con un trabajo estable. Patricia, Álvaro, Jacinto, Jose Luís y Raquel
son 5 de los 5.000 enfermeros que, según fuentes del Consejo General de
Enfermería, se han visto empujados a buscar empleo en el extranjero en los
últimos 5 años. ¿Los principales culpables? La bajada de
contrataciones y la imposición de tasas restrictivas de reposición de efectivos
para el Estado.
Jose A. Rodríguez Varela |
Raquel Fernández Valdivia. La enfermería, con aproximadamente 10000 desempleados en nuestro país,
se convierte en el sector sanitario con un mayor número de parados según los datos del Servicio Público de Empleo Estatal. Esto
se debe, principalmente, a que es la ocupación sanitaria que cuenta con más
trabajadores. Además, el Sindicato de Enfermería (SATSE), ha señalado que “las comunidades autónomas no son capaces de absorber la oferta de profesionales,
por la escasa demanda de contrataciones, mientras que los países de nuestro
entorno buscan en España a unos profesionales que no solo reúnen buena preparación,
sino que desempeñan una práctica profesional que supera, en muchos casos, las
expectativas de esos países”. Ante este arduo panorama, cientos de enfermeros españoles
deciden emigrar.
De tal modo, el Consejo General de Enfermería (CGE),
registró el pasado año 399 solicitudes para Reino Unido, 189 para Alemania y
173 para Francia.
La enfermería es el sector sanitario con un mayor número de parados
“Cuando empezamos a estudiar enfermería nos
prometían muchos puestos de trabajo y salidas laborales. Sin embargo, con el
paso de los años nos dimos cuenta de que el sistema iba recortando puestos y
personal sanitario, hasta tal punto de que cuando acabamos la carrera no había
prácticamente ninguna posibilidad de encontrar trabajo dentro de España”. Este
es el testimonio de Patricia Tejada, una
granadina de 23 años que lleva año y medio trabajando en el John RadcliffeHospital, en Oxford. Allí dice haber gente de todas partes del mundo, “en el
área general en la que yo trabajaba podría haber un 20% de ingleses frente a un
80% de españoles, portugueses, filipinos e italianos. No obstante, el número de
ingleses es mayor en las áreas que requieren especialización”. Patricia empezó
en medicina interna y después de un año decidió cambiarse al área de cuidados
intensivos (UCI). Para esto, tuvo que pasar una entrevista y unos exámenes. Sin
embargo, a diferencia de en España, allí te pagan la formación especializada, “es
como un máster pero pagado por el propio hospital”, añade. En el mismo centro
hospitalario trabaja su pareja y compañero de carrera, Álvaro Masegosa, el cual optó por la misma
salida al terminar su formación. Según él, “lo peor es el sistema de puntos español,
ya que este le da preferencia a las personas con experiencia laboral, que es
precisamente lo que nos falta a nosotros”. Álvaro reconoce que al llegar allí
se sintieron limitados respecto al trabajo que los enfermeros llevan a cabo en
España, aunque coincide con Patricia y apunta que “todas estas limitaciones
técnicas se ven compensadas por la formación gratuita que te ofrecen para poder
tener unas competencias más específicas que en España son más difíciles de
recibir”. En la misma ciudad reside otro de sus compañeros de carrera, Jacinto
Martínez. Éste empezó viviendo en la residencia que le ofrecía el hospital,
actualmente vive con otros cinco españoles en una casa por la que pagan 2000
libras al mes. “Uno de los aspectos más negativos de vivir aquí es el alto
precio de la vivienda”, indica. Patricia y Álvaro también recuerdan sus
primeras semanas en Oxford como una frustración extrema, “al llegar todo fue
cuesta arriba, el cambio de cultura, de horarios, la comida, la gente… Al
principio todo es muy difícil. Sin embargo, sabes que te tienes que quedar
porque si vuelves a España no vas a tener posibilidad de trabajar, tienes como
unas cadenas invisibles que te atan”.
“Al principio todo es muy difícil, deseas volver pero tienes como unas cadenas invisibles que te atan”
Durante las primeras dos o tres semanas de
trabajo en Inglaterra, los enfermeros no tienen poder de decisión y están
tutelados por una enfermera que controla su adaptación a planta. Pasado este
tiempo, y los seis meses establecidos como “de prueba”, contarán con una plaza
fija y un suelo medio de aproximadamente 21000 libras al año (casi 30000 euros), que variará según
las horas extras o las especialidades en las que te formes.
Ante la idea de volver a España lo tienen muy claro. “No pensamos volver
para trabajar cada mes en un sitio diferente o tirarnos varios meses sin empleo,
si lo hacemos sería con un contrato indefinido que nos dé cierta estabilidad”,
concluyen.
La experiencia de los enfermeros en Reino Unido es muy similar a la que
viven los que optan por Francia o Alemania. El principal inconveniente con el
que se encuentran estos, además de las primeras dificultades del idioma, es que
a menudo las competencias que les encomiendan se acercan más a las del personal
auxiliar que a las que les correspondes y para las que tan bien han sido
formados. Esta inigualable formación, que convierte a los enfermeros españoles
en auténticos manitas capaces de trabajar en cualquier área del hospital, es el
principal motivo de la gran reputación que tienen estos en el resto del mundo.
Francia es otro de los destinos más demandados por los enfermeros
españoles. Aquí llegó hace dos años José Luis Sánchez, quién desde entonces
ejerce de enfermero en una unidad de psiquiatría geriátrica.
“Me vine a Francia porque mi situación laboral no tenía futuro y sin
embargo aquí tenía las referencias de mi novia y de varios amigos cuya
experiencia estaba siendo muy buena”, comenta. No obstante, añade que “las cosas
en Francia están cambiando, antes se contrataba mucho más porque había muchas
más necesidades que ahora. Actualmente, hay zonas en las que ha aumentado
el número de enfermeros nativos y cada
vez es más complicado encontrar un puesto de trabajo”.
Una de las principales diferencias entre los hospitales españoles y los
franceses, es que estos últimos tienen una mayor capacidad económica. Esto se
debe a que son ellos los que deciden cuando contratan o cuando no, además, allí
la seguridad social sólo cubre el 70%, el otro 30% corre a cargo de las
personas beneficiadas por sus servicios.
Al igual que para muchos jóvenes, para Jose Luís, la decisión de emigrar
al extranjero ha sido una de las más
difíciles que ha tomado en su vida. Pero él asegura que ha merecido la pena ya
que “se crece mucho como profesional al aprender de dos culturas y sistemas de
trabajo diferentes, además, irte fuera te hace crecer mucho como persona, es un
viaje que te cambia profundamente”.
La estabilidad que las empresas extranjeras ofrecen se convierte en el
principal motivo de la emigración del sector. Por ello, personas como Jose
Luís, que ya se han adaptado al país que le ha ofrecido todo lo que España ha
sido incapaz de concederles, no aseguran su vuelta a España una vez que la
situación mejore. “Veo lejos el momento
de volver a España, por el momento seguiré aquí sumando puntación para poder
optar en un futuro a contratos de larga duración allí. Llegados a ese punto ya
nos plantearemos si volvernos o quedarnos aquí”, explica.
“Te ofrecen muchas facilidades porque necesitan urgentemente enfermeros”
Alemania, que cautiva a los enfermeros sin oportunidad laboral en España
con considerables sueldos y mejores condiciones, se convierte en otro de los
países que más profesionales españoles recibe.
En la mayoría de los casos, los jóvenes talentos no abandonan su país
natal sin llevar antes a cabo una intensiva búsqueda de trabajo en él. Este es
el caso de Raquel Montoya, que tras finalizar sus estudios se topó con que en
España no había trabajo para gente sin experiencia. Según afirma, “todas las
ofertas de trabajo que nos llegaban eran de fuera”. Y si no fuera por la decisión que tomó de
ponerse en contacto con una empresa encargada de enseñarles el idioma y posteriormente
asegurarles un contrato, no podría decir que a sus 23 años lleva 17 meses
trabajando como enfermera.
Raquel reconoce haber optado por Alemania por el gran número de
facilidades que le ofrecían. “Me ofrecieron el curso de Alemán gratis, el alojamiento
y un sueldo que no estaba mal, además el nivel de vida era algo más barato que
en Inglaterra. Te dan muchas facilidades porque necesitan urgentemente
enfermeros”, añade.
Actualmente, Alemania se encuentra en el punto de mira debido a que
diversas empresas difundieron contratos falsos cuyas condiciones reales distaban
mucho de la realidad. Esto ha provocado la indignación del resto de empresas y
del amplio colectivo de abogados españoles que ejercen en Alemania y califican
la situación de “vergonzosa”. Raquel apunta que “si tu empresa no cumple las
condiciones pactadas siempre puedes marcharte libremente y firmar un nuevo
contrato con otra, aquí es muy fácil conseguir nuevos empleos”. Y es que, ella
comenzó trabajando en una residencia donde cada vez le exigían más horas y las
condiciones laborales iban empeorando con el tiempo. Por este motivo decidió
abandonar la residencia y comenzar a trabajar una empresa de cuidados
intensivos a domicilio en la que dice llevar un estilo de vida mucho más
relajado. “No creo que la situación en España cambie hasta dentro de mucho
tiempo y no quiero vivir con incertidumbre. No quiero sobrevivir, quiero
vivir”, concluye.
“No quiero sobrevivir, quiero vivir”
Sin embargo, no sólo son valientes los que
optan por emigrar al extranjero, también lo son todos los jóvenes que día a día
luchan por hacerse un hueco en la sanidad de su país y por poder ejercer su
profesión de una manera digna y estable.
Jose Varela, de 24 años, no ha dejado de perseguir sus sueños ni un solo
día desde que pasó a formar parte del mercado laboral español. Tras realizar
más de 11 cursos en un solo verano, trabajar como barman para costearse su
formación, obtener un máster y ejercer de enfermero en sustituciones y vacaciones, se intenta abrir hueco como
docente en la universidad de Almería. “Quedarme en España es sinónimo de
incertidumbre”, señala. “En febrero,
cuando planeaba matricularme en un nuevo máster me dieron la oportunidad de
trabajar como profesor interino y me quedé en estado de shock”, añade. Su meta es conseguir una plaza fija como
docente mientras ejerce la enfermería asistencial y piensa poner en juego todas
sus fichas para alcanzarla. “Veo un futuro lleno de esfuerzo y trabajo, ahora
tengo mucho más optimismo que hace tres años y afronto la posibilidad de no
tener que marcharme lejos de mis seres queridos”.
Muchos enfermeros se van y muchos otros se
quedan. Sin embargo, no son ellos los
únicos perjudicados por esta situación. Y es que, los ciudadanos carecerán de
la asistencia de inigualables profesionales hijos de una de las mejores enfermerías
del mundo: la española.